Madres y padres importan, y mucho.
Psicología ES

Madres y padres importan, y mucho.




Por qué algunos artículos van dando tumbos de revista en revista hasta que, al fin, unos revisores benévolos ven en él virtudes que otros despreciaron es uno de esos enigmas que pocos consiguen resolver. Puede ocurrir que de rebote en rebote, y con las aportaciones de los sucesivos revisores, el artículo vaya mejorando, de forma que la última versión apenas sea reconocible en la inicial. O que el impacto de las revistas por las que transita vaya disminuyendo de forma alarmante junto a las exigencias de los editores hasta tocar fondo en una revista de escaso caché.

El artículo del que les voy a hablar en este post ha transitado por esa senda vergonzosa, hasta que esta misma semana ha visto la luz en Anxiety, Stress and Coping. No es que el artículo sea excepcional, no diría yo tanto, pero en mi muy parcial opinión no merecía tanto mareo por parte de revisores hiper-exigentes.

El artículo tiene su cosa, y es que en estos tiempos de tanto descreimiento en el poder socializador de la familia, cualquier estudio que aporte evidencia empírica al respecto, a partir de algo más que meras correlaciones, debería ser mejor recibido. Y no es que estemos de acuerdo con las afirmaciones desmedidas de John B. Watson sobre las posibilidades de moldear la naturaleza humana a su antojo. Pero es que las opiniones de popes de la psicología, como Steven Pinker, sobre la escasa capacidad de influencia que padres y madres tienen sobre sus hijos va a llevar a muchos padres a abdicar de su papel de educadores: “total, si todo es cosa de los genes”.

El trabajo recién publicado se basa en un estudio longitudinal en el que hemos seguido, y aún continuamos haciéndolo, a una muestra de 100 adolescentes desde los 12 hasta los 18 años, entrevistándolos en 3 ocasiones. En el artículo aportamos evidencia acerca del papel protector que las relaciones entre padres y adolescentes caracterizadas por el apoyo, el afecto, la comunicación y la supervisión tienen sobre la manifestación de problemas de conducta en aquellos adolescentes que experimentan sucesos vitales estresantes (SVE).

El hecho de que el diseño de nuestro estudio fuese longitudinal nos posibilitó trabajar con un modelo autoregresivo que permite controlar el nivel de la variable dependiente en un tiempo anterior, de forma que podemos tratar de explicar el cambio que se produce en dicha variable (en este caso los problemas de conducta) a partir de algunas variables incluidas en el modelo, y teniendo en cuenta la interacción entre ellas.

Los resultados fueron muy claros, pues aquellos adolescentes que habían sufrido más SVE vieron como aumentaban sus problemas comportamentales entre la adolescencia media y la tardía, pero sólo en el caso de que sus relaciones familiares fueran de calidad media o mala. En cambio, los chicos y chicas que gozaban de buenas relaciones con sus padres mantuvieron estable su nivel de problemas de conducta, incluso en el caso de que hubiesen tenido que hacer frente a muchos SVE (ver figura). Es muy probable que el apoyo parental influya sobre la percepción que los adolescentes tienen de las situaciones estresantes a las que tienen que hacer frente, aumentando su confianza en los recursos de que disponen para manejar esas situaciones, y manteniendo un mayor equilibrio emocional que se traduce en un mayor ajuste comportamental.


Si tenemos en cuenta que estamos hablando del papel protector que el apoyo parental a los 15 años desempeña sobre el ajuste conductual adolescente a los 18, tenemos razones para pensar que el tipo de relación entre padres e hijos tiene su importancia no sólo en la infancia, sino incluso bien entrada la adolescencia. Y es que el hecho de que el ser humano no sea una hoja en blanco sobre la que la experiencia pueda escribir cualquier cosa no equivale a considerar que el desarrollo es insensible al ambiente de crianza en el que viven niños, niñas y adolescentes. Así que nada de mirar mano sobre mano cómo se desarrollan nuestro hijos, lo que hagamos los padres importa, y mucho.

Oliva, A., Jiménez-Morago, J. M. y Parra, A. (2009). Protective effect of supportive family relationships and the influence of stressful life events on adolescent adjustment. Anxiety, Stress and Coping, 22 (2), 137-152 (aquí).






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