Psicología ES
Morello, A. - Causalidad psíquica en psicoanálisis
A partir de que la etiología se va psicologizando (humanizando), se van considerando factores sociales, culturales, una psicodinamica de la psiquiatría. Freud produce un efecto de disolución de psicopatología ya que desde el comienzo piensa las neurosis en términos etiológicos. Se pregunta por la causalidad. Los historiales de Freud se caracterizan por ser singulares que perturban el orden de la generalidad. Avanza por determinaciones singulares.
Lo inconsciente es la acumulación de elementos discretos donde se van construyendo una legalidad a partir de una razón etiológica. El elemento decisivo es el elemento de representación y de su eficacia. Lo inconsciente es consecuencia de recorridos en donde se descubren las redes de representaciones, en función de que una representación entre en causa con otra, red de condensaciones y desplazamientos. Lacan dice que el lenguaje es condición del inconsciente.
Lacan afirma que en la locura existe una a la causalidad psíquica. El secreto del psicoanálisis es que no hay psicogenesis. Lacan la rechaza por su carácter comprensivo, pero principalmente por la idea de causalidad que desarrolla. El lugar que le da a la causa está dado por el punto de tropiezo o supresión que afectaría a esta.
No hay psicogenesis de la psicosis, entendiéndose por génesis un movimiento inmanente que conduce a tal o cual término. Es una atribución neta al psiquismo. Lacan sitúa el problema de la causa al terreno de la imposibilidad, cuestionando el estatuto mismo de la causa, sin expulsarlo como problema de la determinación. El inconsciente muestra la hiancia por donde la neurosis se conecta con algo real, que puede no estar determinado.
Lacan señala que no se puede ubicar al inconsciente como la causa o como lo que determina la neurosis. Ubica a la causa en relación con lo real y a la ley significante en el inconsciente. Esta ley está en el campo de la causa, pero no recubriéndola.
La ley significante, ese saber no sabido que se sabe, opera en función de esta ranura, hiancia o renguera. El inconsciente tiene que ver con el tropiezo, la falla, más que con la idea de fuerza oscura. En cada tropiezo del enunciado se revela la hiancia que estructura al inconsciente.
Lacan hace una distinción entre ley y causa. La causa es escurridiza, anticonceptual, se muestra en el límite del concepto, a diferencia de la ley. Es un factor ajeno a la determinación. El lugar de la causa es indeterminado.
El correlato freudiano de la causa seria el ombligo del sueño, que comunica con lo desconocido. El sueño es interpelable hasta el punto en que se inscribe el ombligo, mas alla comunica con la causa (lo desconocido) El ombligo es el lugar donde se inscribe el no poder ir mas allá.
La causa está perdida (no es lo mismo decir que no existe). La función de la perdida perturba todas las cadenas de determinaciones, que se engendran a partir de la causa perdida. En este punto se puede pensar la determinación freudiana, como lo que se construye sobre el ombligo, sobre ese núcleo de ausencia de determinación. Sobredeterminar es que todas las determinaciones están implicadas en un punto umbilical, mas allá del cual, comunican con lo desconocido.
Lacan pone en juego la abolición de todos los sentidos (no su pluralidad) en un punto de sin sentido. Allí el sujeto, en la medida que es ligado a la función de la causa, solo puede expresarse en una cadena de sobredeterminaciones.
La certeza cartesiana también se centra en la función del ombligo. Es el sujeto mismo, como acto inaugural lo que está en cuestión en relación a la reflexión sobre el cogito, y lo que constituye su prestigio. El “pienso, luego soy” tiene un carácter resistencial, porque el cogito muestra una contradicción al estatuto del inconsciente. La experiencia del inconsciente desmiente la pretensión del yo (moi), de asegurarse su existencia por medio del pensamiento.
Hay que percatarse del carácter evanescente del yo (je), que nos hace ver que el verdadero sentido del primer paso cartesiano es articular como un “yo pienso y yo no soy”. Pero la verdad lejas de ser clara y distinta, es oscura y confusa, hay un punto de umbilicación: la certeza es la de ese yo pienso puro que se traduce como la certeza que encuentra su ancla en un elemento que es frontera, limite con lo real, donde el sujeto ex-siste. En ese punto encuentro la certeza, que no es la del sentido, sino de un punto de real, de sinsentido, que paradójicamente, hallo un punto de apoyo.
En la psicosis, la ley de objeto es la presencia, el objeto esta puesto en función de una pasión y no a partir de un vaciamiento. Hay una pendiente hacia el goce (que a veces deriva a suicidio u homicidio) Estas acciones suponen la articulación del sujeto con el objeto en tanto causa. En la psicosis no hay ombligo que conecte con lo desconocido. (En las neurosis, en cambio, anuda y sostiene al sujeto) Algo no se pone en juego y el sujeto no se sostiene o queda tomado en una transferencia delirante que supone la presencia del objeto.
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