Psicología ES
PSICOLOGÍA COMUNITARIA: APLICACIONES EN SALUD
1. PSICOLOGIA COMUNITARIA.La Psicología Comunitaria es un campo de especialización de la psicología en el que se privilegia una óptica analítica que considera los fenómenos de grupos, colectivos o comunitarios a partir de factores sociales y ambientales, a fin de realizar acciones orientadas al mejoramiento de las condiciones de vida de los sujetos. La metodología que utiliza privilegia un enfoque territorial y participativo para quienes están involucrados en sus procesos de intervención, intentando generar cambios a largo plazo, en los sistemas sociales en los que esos grupos están insertos.
En la segunda mitad del Siglo XX, la Psicología Comunitaria se va delineando como rama de la Psicología Social. Combina en su seno diversas teorías y métodos de intervención; se nutre fundamentalmente de las prácticas de los psicólogos que en distintos lugares del mundo, tratan de responder a los requerimientos de las nuevas realidades sociales, sobre todo las referidas a la exclusión social, pobreza y violencia. La Psicología Comunitaria se encuentra aún en estado emergente. Su objetivo es la resolución de problemas de la más diversa naturaleza (de salud, educacionales, culturales, económicos, alimentarios, etc.) a través de variables psicosociales y desde una postura de desarrollo, promoción y prevención, teniendo como objetivo final el desarrollo humano y comunitario integral.
El uso de los términos Psicología Comunitaria (PC) y Psicología Social-Comunitaria (PSC) suelen significar un mismo campo profesional, en particular, el nombre psicología social-comunitaria tiene su origen en la necesidad de diferenciación de la disciplina percibida por los grupos de profesionales psicólogos de centro y Suramérica a finales de los años setenta, en lo que comúnmente ha sido denominado crisis de relevancia de la psicología social. Como bases fundamentales de esta propuesta es posible identificar el trabajo en terreno, aplicado sobre problemas concretos in situ (en el lugar de manifestación del fenómeno social), con un carácter participativo que permita abarcar e involucrar a diversos actores a nivel territorial, resguardando el protagonismo de los sectores más necesitados en la búsqueda de sus propias soluciones.
1.1 Objeto de la Psicología Comunitaria.
Existen divergencias sobre el objeto de la Psicología Comunitaria, en tanto, las diferentes realidades sociales hacen que la disciplina se desarrolle en modos igualmente diferentes. Así, resulta natural que no exista uniformidad ante la diversidad que caracteriza al comportamiento social de masas, grupos e individuos; pero existen propuestas conceptuales que permiten realizar una aproximación al objeto de ésta especialidad, como lo plantea la Psicóloga Social Maritza Montero (1984), quien señala que la Psicología Comunitaria es “la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permitan desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social”.
Esta definición permite entender que el campo de ésta disciplina contempla la relación funcional entre el individuo y su ambiente social, lo cual, puede dar lugar a distintas formas de comprensión. Entre las diferentes posiciones existentes alrededor del objeto perseguido por las corrientes contemporáneas de ésta especialidad, tenemos a las siguientes:
a) “Empoderamiento” u “Otorgamiento de Poder”: Este concepto proviene del vocablo inglés “empowerment” y es muy discutido su uso al ser un anglicismo forzado, por lo cual se emplean también términos como “fortalecimiento” y “dar/otorgar poder”. El empoderamiento se refiere a que las personas y/o grupos organizados cobren autonomía en la toma de decisiones y logren ejercer control sobre sus vidas basados en el libre acceso a la información, la participación inclusiva, la responsabilidad y el desarrollo de capacidades. Así, el empoderamiento viene a ser una esfera superior en los procesos de organización social.
b) Ciudadanía: La noción de ciudadanía está fuertemente vinculada a la concepción de democracia, que permite concebir a las personas como sujetos de derechos y deberes en el marco de un consenso social representativo y políticamente válido. La ciudadanía implicaría el respeto de las personas en tanto poseen derechos, asimismo la libertad de sus acciones para poder cumplir sus obligaciones sin coacción y con miras a promover su calidad de vida sin afectar los derechos de otras personas.
c) Lucha contra la Pobreza: Producto de las graves desigualdades de nuestras sociedades, la pobreza es un estado de precariedad económica y material con fuerte influencia en el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas. La lucha contra la pobreza viene a ser el conjunto sistemático de acciones emprendidas para superar este estado de precariedad y combatir sus efectos sobre personas y sociedades.
d) Salud Mental: Es el estado de equilibrio entre una persona y la sociedad, representada en niveles diversos como la familia, la comunidad, la escuela y el trabajo. Este equilibrio permite a la persona ser productiva en la vida (laboral o intelectualmente, etcétera) y alcanzar un estado de bienestar y calidad de vida.
Como se señaló anteriormente, existen desacuerdos sobre el fin último de la Psicología Comunitaria, lo cual se puede observar en la diversidad de los temas de interés de ésta disciplina; sin embargo, lo que queda claro es que alrededor de cualquiera de ellos, existen factores psicosociales que son el objeto de estudio de ésta especialidad y que buscan favorecer el logro de las soluciones a los problemas que afectan a las personas en su ámbito comunitario, abarcando inclusive a la estructura social, con el objetivo de promover cambios para mejorar la calidad de vida y el bienestar de los individuos. Por el momento éste es el tema central de la Psicología Comunitaria contemporánea.
1.2 Historia de la Psicología Comunitaria.
La disciplina fue fundada en los Estados Unidos de América por psicólogos que buscaban superar las limitaciones de la psicología clínica tradicional en la promoción de la salud mental. Estos psicólogos tenían interés en ampliar la práctica psicológica a un mayor segmento de la población, y así mismo se encontraban interesados en superar el paradigma de “daño y cura” para trabajar con base en un enfoque preventivo.
Las ideas de base de ésta nueva visión de la psicología se evidencian en el constructo “Sentido de Comunidad o Pertenencia”, introducido el año 1974 por Seymour B. Sarason, un destacado psicólogo educativo profesor emérito de la Universidad de Yale. Por éstos mismos años se produjo la propuesta del modelo educativo piramidal, hecha por Edward Seidman y Julián Rappaport, donde se proponía que psicólogos expertos en consejería trabajaran en forma conjunta con psicólogos de menor experiencia y con los “promotores comunales”, realizando un trabajo educativo comunitario que permitiera aliviar los problemas de las personas y prevenir sus dificultades. Además, se produciría un intercambio de saberes que a futuro permitiría a las personas solucionar por sí solas sus dificultades, es decir, serían autónomos para ejercer poder sobre su bienestar emocional. Este modelo fué un planteamiento osado y revolucionario para la época, siendo la piedra fundacional del enfoque de “empoderamiento”.
En el año 1986, luego de 22 años de trabajo tras las senda de la propuesta de Seymor Sarason, se dió un salto mayor al publicarse la Teoría del Sentido de Comunidad y el Índice del Sentido de Comunidad (“Theory of Sense of Community and Sense of Community Index”). Esta teoría es bastante amplia y permite aplicar el modelo a comunidades de distinta índole, como las religiosas, políticas, grupos etáreos, e incluso a organizaciones, como por ejemplo los centros laborales y las escuelas. Sus autores son David McMillan (la teoría) y David Chavis (indice).
En la actualidad, la Psicología Comunitaria ha tendido un amplio desarrollo en América Latina, lo cual tiene sus raíces en las reflexiones académicas y prácticas de la década de los años ochenta. Entre los más destacados representantes de la Psicología Cominitaria en América Latina son de especial mención los Psicólogos Sociales: Ignacio Martín-Baró (El Salvador) y Maritza Montero (Venezuela). Los principales temas de estudio de la Psicología Comunitaria incluyen la educación popular, la investigación-acción participante, la teología de la liberación, la sociología militante, la tecnología social, la sociología del desarrollo, la psicología de los pueblos, el trabajo comunitario, la psicología política, así como las influencias de la psicología social aplicada europea de finales de los años setenta, entre otros contenidos. Junto al interés en los referidos temas de estudio, el desarrollo de la disciplina también debe su desarrollo a las críticas de diversos profesionales de América Latina en torno al auge de una psicología que hacía énfasis en el objetivismo y en variables técnicas (paradigma del empirismo y el constructivismo) y que se encontraba alejada del estudio de los problemas de desarrollo y justicia social en América Latina (que durante al menos tres décadas habían marcado el desarrollo de otras disciplinas de las ciencias sociales en el continente). Esta conjunción de factores permitió asentar las bases para la apertura en Psicología de un campo profesional psicosocial, de marcada orientación al terreno y al contacto directo in-situ con las situaciones de precariedad. En la práctica comunitaria se privilegian las metodologías participativas y las basadas en la investigación-acción, que tienen sus antecedentes en las investigaciones de Kurt Lewin (1948). Como su nombre lo sugiere, y según lo manifiesta Saúl Fuks (2000), las metodologías participativas y las basadas en la investigación-acción condensan los métodos de investigación que reconocen expresamente un doble objetivo en el proceso de producción de conocimiento: el de investigar y el de actuar/modificar algo de lo investigado. Éste es, con frecuencia, el tipo de investigación que se desarrolla en los programas comunitarios en los que se intenta incrementar los recursos de un sector de la población para la transformación de sus condiciones de existencia y de ésta intencionalidad es de la que ha surgido el énfasis en la dimensión participativa.
Un proceso de intervención comunitaria tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida de la población y que la comunidad sea protagonista de dicho cambio. Parte y tiene que ver con las necesidades, aspiraciones, problemas o temas de interés para la comunidad. Se trata de procesos cuyos logros se planifican a mediano y a largo plazo, son procesos de tipo global y centrado en una comunidad concreta, entendida ésta como el conjunto formado por los siguientes elementos y sus interrelaciones: el territorio, la población, los recursos y las demandas y la dinámica de las relaciones de poder.
Los campos de participación más frecuentes en los Programas de Intervención Comunitarios son: los Proyectos Sociales (desarrollo social local, socioeconómico, cultural y psicosocial); los Proyectos de Construcción de Ciudadanía (equidad, participación comunitaria, desarrollo de redes sociales y comunitarias); Proyectos de Mejora de la Calidad de Vida (salud, educación, hábitat, relaciones interpersonales); Proyectos de Fortalecimiento Cultural (recuperación del acervo social y cultural, trabajos sobre procesos de descolonización y reconocimiento de las identidades socioculturales minoritarias y/o excluidas).
2. APLICACIONES DE LA PSICOLOGIA COMUNITARIA EN EL AREA DE LA SALUD.2.1 Niveles de Intervención Social y Comunitario e Institucional.
Según Gil-Roales-Nieto, J. (2004), la intervención en salud, preferentemente se debe llevar a cabo en niveles sociales, comunitarios o colectivos, mientras que la intervención individual se lleva a cabo principal, aunque no exclusivamente, sobre actuaciones con distinto objetivo sobre la enfermedad manifiesta. Continúa indicando que, actuar a nivel individual con objetivos de salud se puede, y cuando sea preciso, se bebe hacer, pero habida cuenta de que cualquier ser humano es objeto de estudio a éste nivel, la intervención grupal a uno u otro nivel de actuación reporta obvias ventajas. Por otro lado, prosigue, hay que recordar que entre las razones que le dieron lugar al surgimiento de la perspectiva biopsicosocial y el énfasis en prevención, figuró el análisis de la práctica imposibilidad de ofrecer atención terapéutica a cada individuo con problemas. Lo mismo cabría señalar para la atención individual preventiva y potenciadora de salud. Por coste y amplitud de repercusión, la intervención en salud pretende llegar al mayor número posible de individuos a la vez. Por esa razón se impone cada vez más una estrategia sectorial y contextual de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, pero sobre todo de éste ultimo objetivo.
La intervención a nivel social y comunitario tiene como base el movimiento de salud comunitaria que pretendió cambiar la atención en salud mental durante los años sesenta con la puesta en marcha de los Centros de Salud Mental Comunitaria en los Estados Unidos, país desde el que se exportó la idea a otras latitudes, a tal punto que hoy en día es una idea extendida a lo largo y ancho del movimiento de promoción de la salud y recogida y potenciada por numerosos documentos de la OMS, en cuyas políticas se establece que la comunidad es el marco ideal para el desarrollo del objetivo de "salud para todos". Entre las declaraciones de la OMS (1984) se establece que el propósito de la promoción de la salud es permitir que los individuos y las comunidades logren un mayor control sobre las condiciones de todo tipo que afectan a sus salud, bajo el razonamiento que nadie mejor que las propias personas y comunidades afectadas por dichas condiciones para identificar sus problemas e interesarse en sus soluciones. Esta filosofía condujo a la aceptación ideológica del desarrollo comunitario como una estrategia de promoción de salud. Una de las asunciones centrales en la perspectiva del desarrollo comunitario es que el poder primario y la responsabilidad acerca de la salud no se delega, en exclusiva, en manos de profesionales, sino que éstos deben compartir poder y responsabilidad con la comunidad, y que ésta debe implicarse en el desarrollo de planes para alcanzar los objetivos de salud establecidos como de interés comunitario. Tan es así, que los profesionales de diversas especialidades que se dedican al tema de la promoción de la salud han producido, a la fecha, una gran cantidad de trabajo intelectual y empírico en éste sentido.
En ésta línea de razonamiento nació el concepto de potenciación social o comunitaria (community empowerment), surgido del trabajo social de Saúl Alinsky en los Estados Unidos, organizando comunidades y grupos que afrontaran conjuntamente el reto social y superasen los riesgos de marginación, y llegando al ámbito de la salud como una forma de conseguir que las comunidades aumenten el control sobre sus recursos, su futuro, y, consecuentemente, sobre su salud. El objetivo final, es pues, que las propias comunidades adquieran un mayor control sobre los determinantes de la salud. Paralelamente, un nivel institucional de intervención en promoción de la salud y prevención de la enfermedad que ha obtenido una especial y universal atención es el sistema educativo. Primero, porque goza de las mismas ventajas que cualquier nivel institucional; entre ellas hacer disponible a una determinada población o grupo de individuos que permanecen en un contexto organizado y regulado durante prolongados períodos de tiempo, de manera que permite la aplicación intensiva y extensiva de programas, su evaluación y su seguimiento. Segundo, porque se refiere a la población infantil, de especial relevancia para el caso de la promoción de la salud. Estos programas educativos se refieren a objetivos generales de promoción de la salud y no tanto a objetivos específicos de prevención de la enfermedad. Así, por ejemplo, pueden tratarse temas tales como la prevención de sida en adolescentes, el inicio del consumo de alcohol y tabaco en niños de los últimos grados de enseñanza primaria y adolescentes de secundaria, o la prevención de embarazos no deseados en adolescentes.
Otro de los contextos de intervención, ya clásicos en la promoción de la salud y prevención, es el contexto laboral, en lo que se conoce como “programas de salud en el lugar de trabajo”. El contexto o lugar en el que se lleva a cabo la ocupación laboral reúne numerosas ventajas que lo convierten en un contexto idóneo para la práctica de éste tipo de objetivos en forma de intervenciones grupales o individuales. Esta línea de intervención es ya extensa en estudios y experiencia. Surge en Estados Unidos y Suecia en la década de 1960 en la forma de movimiento de promoción del bienestar ocupacional y ha pasado por tres momentos de interés preferente. El primero, al inicio, centrado en intereses relacionados con la seguridad en el trabajo y el cuidado acerca de la calidad del producto elaborado (empleados más sanos significan menos accidentes y mejor calidad en el producto elaborado); el segundo, centrado más en la propia salud como objetivo y la puesta en practica de programas que asumieran la prevención de aquellos aspectos de la salud que resultaban mas impactantes sobre el mundo laboral, naciendo así, multitud de programas de prevención de trastornos cardiacos, de eliminación del tabaquismo, etcétera; el tercero y contemporáneo, en intervenciones mas comprensivas del tipo de estrategias corporativas en salud, que alumbran programas globales de promoción de la salud y prevención de la enfermedad como forma de mejorar la calidad de vida del empleado, y en consecuencia, reducir los costos sanitarios y aumentar la productividad que supone contar con trabajadores mas sanos física y psíquicamente.
2.2 Intervención en la mejora del cuidado profesional de la Salud.
Un nivel de actuación de especial importancia es el de la intervención en la mejora de la ejecución profesional en el cuidado de la salud. La puesta en práctica del enfoque biopsicosocial de la salud y la enfermedad implica la necesidad de que las decisiones y actuaciones médicas (por ejemplo, elección del tratamiento, proceso diagnóstico, concesión del alta médica, hospitalización, etcétera), así como los cuidados de enfermería, consideren el papel que los factores psicológicos merecen, asignándole su justa importancia, mediante la conveniencia de establecer que el paciente sea considerado un participante activo y no un mero receptor pasivo del proceso de intervención y el beneficio de tener en cuenta que los pacientes se ven afectados por la información que reciben o no reciben, el buen o mal trato que se les dispensa y las condiciones ambientales en las cuales se les trata, tanto en pacientes internos u hospitalizados como en el caso del cuidado ambulatorio. En este mismo sentido, razones de descontento de los usuarios, pero principalmente razones de costos sanitarios con relación a las tendencias a la prescripción medica, ha hecho que éste tema de la toma de decisiones médicas y el manejo de la conducta del paciente en la exploración, se haya convertido en objeto de atención preferente en el ámbito de la actuación sobre el cuidado profesional de la salud. Finalmente, es importante destacar una vez más, el papel crucial del médico en la adhesión del paciente y en la promoción de la salud desde la práctica de la medicina general y familiar, así como la necesidad de incrementar cada vez más la orientación de la formación médica hacia una atención que incluya los aspectos psicológicos del usuario, enfocado desde la óptica del modelo bio-psico-social en la práctica del ejercicio de los profesionales de la medicina. De allí la importancia de las consideraciones acerca de éstos temas en los pensum de estudios, para la formación del recurso humano en el área del conocimiento de la Medicina.
Bibliografía Consultada:
Alonso, F. (1974). Psicología Médica y Social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Gil Roales-Nieto, Jesús (2004). Psicología de la Salud. Madrid: Ediciones Pirámide.
Goldman, Howard (1989). Psiquiatría General. México: Manual Moderno.
Levav, Isaac (1992). Temas de Salud Mental en la Comunidad. Washington: OMS
Páginas Web:
www.comunitaria.es.html/
www.es.wikipedia.org/
www.psicolatina.org/
www.psicologiacomunitaria.html/
Bibliografía Sugerida:
AVEPSO. (Boletín de la Asociación Venezolana de Psicología Social) Temas de Psicología Comunitaria en Venezuela.
Martín-Baró, Ignacio (1998) Psicología de la liberación. Madrid: Editorial Trotta.
Montero, Maritza (1984). La psicología comunitaria: orígenes, principios y fundamentos teóricos. Revista Latinoamericana de Psicología, 16(3), pp. 387-400.
Montero, Maritza (Coordinadora). (1987) Psicología Política Latinoamericana. Caracas: Editorial PANAPO.
Montero, Maritza. (1994). “Un paradigma para la Psicología Social. Reflexiones desde el quehacer en América Latina”. En Construcción y crítica de la Psicología Social. Barcelona: Editorial Anthropos.
Montero, Maritza (Comp.) (1994) Psicología Social Comunitaria. México: Universidad de Guadalajara.
Montero, Maritza. (2000) Reflexiones sobre los fundamentos éticos de la Psicología Comunitaria. Universidad Central de Venezuela. En Modelos de Psicología Comunitaria para la promoción de la salud y prevención de enfermedades en las Américas. OPS. OMS. Salud y Sociedad. 2000. Nº7.
Montero, Maritza. (2004) Introducción a la Psicología Comunitaria. Buenos Aires: Editorial Paidós.
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