Internet ha llegado a la mayoría de edad, y su uso se ha generalizado de tal manera que nos costaría mucho imaginar una vida sin él, puesto que muchas de las acciones que realizamos a través de la red serían impensables o muy complicadas sin su existencia. Pero como suele ocurrir siempre que aparece una nueva tecnología surgen nuevas preocupaciones acerca de las consecuencias negativas que podrían derivarse de su uso. Internet no podía ser menos, y en los últimos años proliferan las llamadas de atención a su enorme poder adictivo. Es posible que pasemos muchas más horas de las necesarias surcando sus mares virtuales, chateando, consultando recurrentemente nuestro correo o comprobando si existen novedades en las páginas o blog que seguimos. Pero, ¿podríamos atrevernos a decir que internet provoca adicción?
Sin duda se trata de un asunto controvertido entre los expertos, que incluso debaten la oportunidad de que esta adicción sea incluida en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV). Quizá el problema fundamental sea el determinar si el uso excesivo de Internet se ajusta a la definición de adicción, y ahí es donde empiezan a surgir dudas, ya que para algunos expertos se asemeja más a un comportamiento compulsivo.
La compulsión se basa en los principios de dependencia, necesidad y deseo, y está más dirigida a la reducción de la ansiedad que a la obtención del placer, es decir, está reforzada negativamente. En cambio, en la adicción se dan tanto componentes relacionados con la reducción de ansiedad o dolor como con la búsqueda del placer. Es decir mezclaría tanto conductas impulsivas como compulsivas, y refuerzos negativos y positivos.
Otra diferencia entre compulsión y adicción tiene que ver con los cambios físicos, sobre todo cerebrales, generados por la segunda. Así, los individuos con adicción a las drogas no son capaces de abandonar su adicción sin experimentar consecuencias derivadas de esos cambios cerebrales tales como trastornos gastrointestinales, cambios en la presión arterial, o interrupciones en el funcionamiento normal de la memoria, su atención o la toma de decisiones.
Por otra parte, se puede argumentar en contra de la consideración del uso abusivo de internet como una adicción el hecho de que es sólo un medio de comunicación a través del cualquier algunas personas satisfacen sus adicciones al sexo, al juego o a las compras, pero no una adicción en sí misma.
Por el momento, la adicción a internet no existe como tal en el DSM IV, como tampoco la adicción al sexo, aunque es probable que la acumulación de evidencia empírica lleve a su inclusión en el DSM V, y podamos hablar de una verdadera adicción. Mientras tanto, cada vez es más frecuente encontrarnos con personas que muestran una falta de control en su comportamiento abusivo a pesar de las consecuencias destructivas que su conducta puede tener para su vida familiar o profesional. Tomar conciencia de ese uso excesivo deber ser un primer paso para, con independencia de si se trata de un trastorno adictivo o compulsivo, hagamos un uso más racional de internet.
Algunas señales de alarma.
¿Compruebas continuamente tu correo electrónico, incluso cuando te levantas por la mañana antes de ir al baño?
¿Has dejado de salir con tus amistades o anulado algún compromiso social para pasar más tiempo online?
¿Se quejan tus amistades o familiares del tiempo que pasas conectado?
¿Prefieres usar internet a dormir?
¿Tienes la sensación de que pasas demasiado tiempo online?
¿Te cabreas si alguien o algo interfiere con tu tiempo dedicado a navegar por la red?
¿Prefieres la red al mundo real?