Para Saussere el signo lingüístico, el vínculo que une el significante al significado, es arbitrario. La idea de "souer"(hermana) no esta ligada por ninguna relación interna con la sucesión de sonidos s-o-r que le sirve en francés de significante: podría estar representada por cualquier otra sucesión de sonidos: Lo prueban las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: El significado "boeuf" (buey) tiene por significante b-o-f de un lado de la frontera y o-j-k-s (ochs) de otro. Este principió de arbitrariedad domina toda la lingüística de la lengua con innumerables consecuencias. la palabra arbitrariedad requiere una observación. No debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del sujeto hablante por que es inmotivado, es decir, arbitrario respecto del significado con el que no tiene ninguna vinculación natural en la realidad.
Solo existen dos objeciones a la postulación de este principio.
1) Basándonos en las Onomatopeyas se puede decir que la elección del significante no siempre es arbitraria . Pero estas nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. Su número es mucho menor de lo que se cree. Las onomatopeyas autenticas son poco numerosas, además su elección es en alguna medida arbitraria, pues no son mas que la imitacion aproximada y semiconvencional de ciertos ruidos. Además, una vez introducida en la lengua se van mas o menos arrastradas por la evolución fonética y morfológica y que evidencia que han perdido algo de su primitivo carácter.
2) Las exclamaciones dan lugar a observaciones análogas y no son peligrosas para la tesis. Se ve en ellas expresiones espontáneas de la realidad, dictadas por la naturaleza. En cuanto a la mayoría de ellas se puede negar que exista un enlace necesario entre el significado y el significante. Basta comparar dos lenguas para advertir como varían las expresiones.
Las onomatopeyas y las exclamaciones tienen importancia secundaria y su origen simbólico es discutible.
Benveniste declara que el razonamiento saussereano de la arbitrariedad del signo lingüístico esta falseado por el recurso inconsciente y subrepticio a un tercer termino, que no estaba comprendido en la definición inicial, que es la realidad. Cuando Saussere habla de la diferencia entre "sceur" no esta ligada al significante s-o-r, no por ello deja de pensar en la realidad de la noción. Cuando habla de la diferencia entre b-o-f y o-k-s se refiere a que estos dos términos se aplican a la misma realidad. Solo si se piensa en el animal "boeuf" en su particularidad concreta y substancial se tiene fundamento para juzgar arbitraria la relación bof por una parte, oks por otra, y una misma realidad. Hay una contradicción entre la manera en como define al signo lingüístico y la naturaleza fundamental que le atribuye.
En una misma realidad, todas las denominaciones tienen igual valor, el que existan es prueba de que ninguna de ellas puede pretender al absoluto de la denominación en si. Así, con el signo lingüístico, la imagen acústica constituye su significante y el concepto su significado. Entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario, al contrario, es necesario. El concepto "boeuf" es por fuerza idéntico al conjunto fonico bof. Los dos juntos han sido impresos en el espíritu y juntos se evocan en toda circunstancia. El significante es traducción fónica de un concepto, el significado es el correlato mental del significante. Esta consustancialidad del significante y el significado asegura la unidad estructural del signo lingüístico.
Se puede deslindar que lo que es arbitrario es que tal signo, y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal otro. En este sentido, y solo este, es permisible hablar de contingencia. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la realidad adecuación completa: el signo es la realidad.
Es en vano defender la arbitrariedad contra la objeción que podría derivarse de las onomatopeyas y las palabras expresivas porque sea la realidad que sea, la alusión a esta realidad en la mayoría de los casos no es inmediata y solo se admite por una convención simbólica análoga a la que acredita los signos ordinarios del sistema. la arbitrariedad no existe aquí sino en relación con el fenómeno o el objeto material y no intervine en la constitución propia del signo.
3) Un problema importante por la definición del signo es el valor, en donde Saussere dice que la elección que recurre a tal segmento acústico para tal idea es perfectamente arbitraria. Si no fuera este el caso la noción de valor perdería algo de su carácter, puesto que contendría un elemento impuesto desde afuera. Los valores permanecen enteramente relativos y he aquí por que el vínculo entre la idea y el sonido es radicalmente arbitrario. La elección de que se recurre a tal segmento acústico para tal idea no es arbitraria en manera alguna ya que no existiría sin la idea correspondiente.
Si considera el signo en si mismo y en tanto que portador de un valor, la arbitrariedad queda necesariamente eliminada ya que los valores permanecen relativos. El valor es un elemento del signo, si el signo en si mismo no es arbitrario se sigue que el carácter relativo del valor no puede depender de la naturaleza arbitraria del signo. Como no hay que prescindir de la conveniencia del signo a la realidad, no debe considerarse el valor que como un atributo de la forma, no de la sustancia. Si los valores son relativos significa que son relativos los unos con respecto a los otros. Ya no se trata de un signo aislado. Quien dice sistema dice ajuste y adecuación de las partes en una estructura que explica sus elementos. Todo es necesario. La relatividad de los valores es la mejor prueba de que dependen uno del otro en la sincronía de un sistema. Todos los valores son oposición y se definen por su diferencia Opuestos se mantienen en mutua relación de necesidad.
Toda discusión sobre la esencia del lenguaje o sobre las modalidades del discurso comienza por enunciar el carácter arbitrario del signo lingüístico. El nexo que une al SDO con el STO es arbitrario lo que entiendo por inmotivado. Arbitrario en relación con el significado, con el cual no tiene nexo ninguno con la realidad.
El razonamiento esta falseado por el recurso inconsciente y subrepticio a un tercer termino, la cosa misma, la realidad. Aunque una idea no este ligada al significante, no por ello deja de pensar en la realidad de la noción. La definición del signo instala la contradicción, pues si la lengua es forma, no sustancia hay que admitir que la lingüística es ciencia de las formas exclusivamente. Más imperiosa es la necesidad de dejar la sustancia (boef) fuera de la comprensión del signo. Hay una contradicción entre la manera como Saussere define el signo lingüístico y la naturaleza fundamental que le atribuye.
Entre el STE y el SDO el nexo no es arbitrario, al contrario, es necesario. El concepto “boeuf” es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico “bof”. Los dos juntos han sido sujetos en mi espíritu, juntos se evocan en toda circunstancia. El STE y el SDO son las dos caras de una misma noción y se componen como incorporante e incorporado Esta consustancialidad asegura la unidad estructural del signo lingüístico.
Lo que es arbitrario es que tal signo, y no tal otro sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal otro. Solo en este sentido existe contingencia. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la realidad adecuación completa, el signo cubre y rige la realidad. Es esta realidad.
Es vano defender el principio arbitrario del signo contra la objeción que puede derivarse de las onomatopeyas y palabras expresivas porque sea cual sea la realidad de estas, la alusión a esta realidad en la mayoría de los casos no es inmediata y solo se admite por una convención simbólica análoga a la que acredita los signos ordinarios del sistema. La arbitrariedad no existe aquí sino en relación con el fenómeno o el objeto material y no interviene en la constitución propia del signo.
Se puede hablar de inmutabilidad porque, siendo arbitrario, no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable, mutabilidad, porque, siendo arbitrario, siempre es susceptible de alterarse. Una lengua es radicalmente impotente de defenderse contra los factores que mueven instante tras instante la relación entre Ste y Sdo, consecuencia de la arbitrariedad del signo.
No es entre el STE y el SDO donde la relación al mismo tiempo se modifica y permanece inmutable, sino entre signo y objeto, es la motivación objetiva de la designación sometida como tal, a la acción de los diversos factores históricos. Lo que saussere es cierto pero acerca de la significación, no del signo.
Otro problema es el del valor. Según Saussere, la elección de elemento acústico a tal idea es arbitraria. Si no fuera este el caso la noción de valor perdería algo de su carácter, puesto que contendría un elemento impuesto desde fuera. Pero de hecho los valores permanecen enteramente relativos, y he aquí porque el vínculo entre la idea y sonido es radicalmente arbitrario.
La elección que recurre a tal segmento acústico para tal idea no es arbitraria en manera alguna, este segmento acústico no existiría sin la idea correspondiente y viceversa. Saussere piensa en la representación del objeto real y en carácter evidentemente o no necesario, inmotivado, del nexo que une el signo a la cosa significada. La confusión esta en la noción de valor que perdería su carácter porque contendría un elemento impuesto desde fuera. Es por cierto, un elemento desde fuera, o la realidad objetiva, lo que toma como eje de referencia. Pero si se considera el signo en si mismo y en tanto que portador de un valor, la arbitrariedad queda necesariamente eliminada. Si los valores son relativos significa que son relativos los unos con respecto a los otros. Ya no se trata de un signo aislado. Quien dice sistema dice ajuste y adecuación de las partes en una estructura que explica sus elementos. Todo es necesario. La relatividad de los valores es la mejor prueba de que dependen uno del otro en la sincronía de un sistema. Todos los valores son oposición y se definen por su diferencia Opuestos se mantienen en mutua relación de necesidad.
Una oposición esta subtenida por su necesidad, como la necesidad del cuerpo a la oposición.
La parte de contingencia afecta a la denominación en tanto que símbolo fónico de la realidad y en su relación con ella.
El carácter absoluto del signo lingüístico entendido como necesario rige a su vez la necesidad dialéctica de los valores en constante oposición, y forma el principio estructural de la lengua.
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