Durante varios meses visitamos y entrevistamos a algo más de 200 familias de seis tipos: tradicionales, monoparentales, reconstituidas, homoparentales, múltiples y adoptivas; todas ellas con hijos de edades comprendidas entre los 3 y los 10 años. Los resultados, que aún no han sido publicados, indicaron que fueron las familias homoparentales las que alcanzaron una puntuación más alta desde el punto de vida de la calidad del contexto familiar para la promoción del desarrollo infantil. En estos hogares encontramos ambientes muy estimulantes, estilos parentales de crianza muy adecuados y escasa conflictividad marital; en fin, todo lo que un niño necesita para crecer sano y feliz. Por ello, no resultó sorprendente que fueran precisamente los niños de familias homoparentales los que mostraron menos problemas emocionales y conductuales.
Es cierto que las características del estudio hicieron prácticamente imposible un emparejamiento perfecto de los 6 grupos, y las familias homoparentales mostraron un nivel educativo y económico más elevado que el resto de familias, lo que puede explicar parte de las ventajas en calidad del contexto y desarrollo infantil. De hecho cuando se controló estadísticamente la influencia de estas variables, la ventaja de estas familias dejó de ser significativa. Pero también es cierto que hoy por hoy la mayoría de familias homoparentales tienen ese perfil: son sujetos con altos recursos culturales y económicos, muy concienciados con respecto a sus derechos, y que han sido muy resistentes ante el prejuicio homofóbico como para asumir abiertamente su condición homosexual y aventurarse a vivir en pareja y criar un niño.
Los resultados de nuestro estudio coinciden con los de otros, llevados a cabo tanto dentro como fuera de nuestro país, en indicar que la familia homoparental representa un contexto tan válido como otro cualquiera para que un niño o niña crezca sin ningún tipo de problema, siempre que unos adultos atentos y cariñosos cuiden de él. Tal vez sea por eso por lo que la Fundación BBVA ha decidido no publicar el estudio. Es posible que con la edad me esté volviendo demasiado suspicaz, incluso algo paranoico, pero sospecho que la Iglesia puede andar tras esta negativa. ¿Por qué? Pues por la relación de ésta con el PNV y de éste, a su vez, con el BBVA.