Psicología ES
Fernández, A. M. - Lo singular y lo colectivo
Cap 2. "El campo grupal. Notas para una genealogía"
Antinomia individuo-sociedad
Puede verse la relación individuo-sociedad está pensada desde un criterio antagónico, es decir, que ambas resuelven la compleja tensión entre lo singular y lo colectivo desde un paradigma disyuntivo según el cual singularidad y colectividad conforman un par de contrarios; presentan intereses opuestos y se constituyen desde lógicas esencialmente diferentes.
- Psicologismo: es más frecuente en el pensamiento liberal, conserva la tendencia a reducir los conceptos sociales a conceptos individuales y psicológicos.
- Sociologismo: más frecuente en el pensamiento socialista, ha ido en sentido contrario, hacia la reducción de los conceptos individuales a una idea globalizada de la historia y de la sociedad.
Ambos fomentan un antagonismo entre individuos y sociedades, uno a favor de una idea abstracta de individuo, otro, a favor de una idea abstracta de la sociedad.
Ha dicho G. Duby en una de sus lecciones inaugurales en el Colegio de Francia: “el sentimiento que experimentan los individuos y los grupos de sus posiciones respectivas las conductas que dicta ese sentimiento, no son determinados inmediatamente por la realidad de su condición económica sino por la imagen que de ella se hacen, la cual jamás es fiel, sino que es siempre la inflexión del juego de un conjunto complejo de representaciones mentales.”
Desde este tipo de planteos quedan en cuestionamiento diversas antinomias simultáneamente, así no solo lo singular y lo colectivo sino también lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo ideal, la economía y la cultura, abriendo nuevas formas de enlace entre lo imaginario y lo social.
Espacios
La preocupación por pensar las relaciones y diferencias entre individuos y sociedades es una característica fundante en las ciencias humanas, las filosofías y las ciencias y prácticas políticas de la Modernidad. Se observan dos espacios donde estas consideraciones se han desplegado: el espacio científico-académico y el ético-político.
1. Espacio científico-académico
Tesis individualista: los individuos constituyen la única realidad y tiende a negar la realidad a los grupos, en tanto sostiene que los procesos psicológicos ocurren tan solo en los individuos y estos constituyen las únicas unidades accesibles a la observación. Por lo tanto, si los individuos son los únicos actores reales, el termino grupo es una ficticia abstracción cuando pretende algo mas que referirse a la suma de reacciones reciprocas de los individuos. Par a la tesis individualista no estén los grupos, grupo será un termino colectivo que hace referencia a un multiplicidad de procesos individuales.
Se hace necesario, según esta tesis, para comprender los fenómenos sociales, rastrearlos hasta llegar a las propiedades de los individuos de tal forma los acontecimientos, las instituciones, creencias y prácticas son producto de motivaciones individuales. No existe nada en las sociedades, en las instituciones que no haya existido previamente en el individuo.
Tesis de mentalidad de grupo: lo seres humanos viven y actúan en grupos, surgen fuerzas y fenómenos que siguen sus propias leyes y que no pueden ser descritos en términos de las propiedades de los individuos: el lenguaje, la tecnología o las relaciones de parentesco no constituyen el producto de las mentalidades individuales, sino que son procesos que poseen sus leyes propias, diferentes e irreductibles a los individuos. Consideran al grupo como una entidad distinta de la suma de los individuos. De esta forma, el individuo aislado constituye una abstracción, fuera del grupo no posee carácter definido, si bien sus potencialidades son necesarias para el funcionamiento del grupo, no son causa de los acontecimientos del mismo. La noción de mentalidad de fruyo intenta explicar la frecuente observación por la cual muchos acontecimientos colectivos exhiben una dirección definida, se desarrollan y mantienen a menudo sin relación con las intenciones de los individuos, a tribuyendo entonces intencionalidad al proceso en cuestión, en ese sentido es que Asch puntualizo aquello que denomino “la falacia antropomórfica de la tesis de la mentalidad de grupo”, ya que si bien esta corriente parte de una premisa correcta (constata que la relación de un grupo produce efectos que superan los efectos individuales), a partir de ello deduce la existencia de una mente de grupo que otorgaría dirección e intencionalidad a los momentos grupales. Esta mente de grupo, seria cualitativamente análoga a la mente individual aunque cuantitativamente supra individual.
Se hace necesario someter a crítica tanto la ficción del individuo que impide pensar cualquier plus grupal; como la ficción del grupo como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal radicaría en que ese colectivo posee intenciones, deseos o sentimientos. Ambas posiciones producen, cada cual a su modo, sus obstáculos para poder indagar qué herramientas conceptuales específicas de los grupos re-producen, sin saberlo, una polémica que ha atravesado disciplinas de las cuales el psicoanálisis no se considera tributario.
Esta antinomia opera como un verdadero a priori conceptual, donde no solo se piensa la articulación de lo singular y lo colectivo, sino también se lee el conjunto de los acontecimientos grupales. En las ciencias humanos, los a priori conceptuales forman parte del campo epistémico desde donde se constituyen las condiciones de posibilidad de un saber, se delimitan sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus principios de ordenamiento y sus formas de enunciabilidad. Operan organizando la lógica interna de las nociones teóricas y el diseño de los dispositivos tecnológicos de una disciplina, desde donde se interpretan los acontecimientos allí gestados. Hacen posible la resolución de la tensión de los pares antitéticos por los que oscilan estos campos del saber, los cuales desde su constitución se despliegan en tres pares de opuestos:
- Individuo-sociedad
- Naturaleza-cultura
- Identidad-diferencia
Cuando esta tensión es resuelta puede observarse que suele producirse desde criterios dicotómicos a partir de los cuales se subsume la lógica específica de uno de los polos al polo contrario, que cobra características hegemónicas.
La concepción antagónica de individuos versus sociedades cobra presencia en el escenario liberal europeo de los siglos XVII y XVIII. La noción de individuo se produce en aquel momento de la historia de Occidente a través del cual la sociedad es pensada como un conjunto de productores libres: sostiene así las indagaciones de las filosofías del sujeto que se interrogan por el conocimiento del mundo, abandonando las certezas que otorga la fe y el orden religioso para desplegar las diferentes problemáticas de la subjetividad; en este escenario económico, tecnológico, político y filosófico se destacará el individuo, sólida ilusión del capitalismo naciente por la que es pensado indiviso, libre. Es con la noción de individuo que los saberes modernos organizaron sus reflexiones sobre el hombre. En el siglo XX se forman los primeros discursos sobre la grupalidad.
El a priori conceptual opera en los diferentes discursos sobre la grupalidad por:
- la especificidad de lo grupal la aportan los individuos que lo forman, habrá que estudiar individuos en grupo
- la especificidad de lo grupal es aportada por un plus a los individuos agregados; habrá que estudiar grupos.
2. Espacio ético-político
En cuanto a la inscripción ético-filosófica de esta antinomia podría ubicarse en la controversia Locke-Rouseau. Estos presupuestos ético-filosóficos se hallan presentes implícitamente en las diferentes preocupaciones por las relaciones de los seres humanos entre si y opera desde variados puntos de entrecruzamientos en las distintas teorizaciones sobre lo grupal. Su operatividad se vuelve visible según se privilegie lo individual o lo colectivo.
Merece señalarse que uno de los múltiples ejes de debate ha estado centrado en dos concepciones políticas de los colectivos humanos: una que se ha centrado en guiar, concienciar y manipular dichos colectivos y otra, que se ha centrado en el protagonismo autogestivo de los mismos.
Muchos trabajos de elucidación sobre el lugar del coordinador sostienen este tipo de interés: cómo crear, desde la coordinación, condiciones de posibilidad para la producción colectiva, como evitar deslizarse hacia la sugestión, la manipulación: en síntesis, como no inducir. Estas investigaciones se despliegan a partir de la convicción por la cual los pequeños grupos son significados como espacios virtuales de producción colectiva, y por lo tanto portadores de un plus respecto de la producción individual.
Esta enumeración en espacios científico-académicos, ético-político, presenta solamente un valor expositivo en los hechos entrecruzamientos permanentes de estos espacios han recorrido la historia de la constitución del campo de saberes y practicas grupales.
En los primeros pensadores sobre lo grupal: Lewin, Moreno, Riviere, hubo una preocupación por el cambio social. Pensaban a los grupos como instrumentos válidos para la realización de las fuertes utopías sociales que los animaron.
La relación grupo-sociedad
Esta relación ha sido tradicionalmente encarada desde una perspectiva de relaciones de influencia; en todas ellas lo social se ubica como algo exterior al grupo, sobre el cual recaerá, en mayor o menor medida, su influencia. Una variante de esta forma de pensar es plantearse la relación grupo-sociedad en términos de interacción mutua. La relación grupo-sociedad es un subtema de la relación individuo-sociedad que tradicionalmente ha sido planteada en términos antagónicos.
Ya se menciono sobre la antinomia individuo-sociedad: que forma parte de un conjunto de pares antinómicos que han atravesado la reflexión occidental abarcando desde problemáticas filosóficas, políticas y científicas hasta la organización de la vida cotidiana y la producción de subjetividad.
Opera como a priori conceptual en las diferentes reflexiones sobre lo grupal.
La noción de los grupos como campos de mediaciones ha intentado RESOLVER la tensión entre lo singular y lo colectivo a través de la categoría intermediación, que mantiene la presencia del polo social en su análisis de la dimensión grupal.
Otra manera de resolver la tensión aludida, suele se la negación de la especificidad de los acontecimientos grupales: puede encontrarse en aquellas formas de abordaje donde el dispositivo grupal es visualizado solo como un espacio-escenario de despliegue de las singularidades, en sus diversos juegos especulares, pero excluyendo toda posibilidad de especificidad en el agrupamiento en si mismo.
Un ejemplo contrario es la noción de articulación entre horizontalidad y verticalidad de Pichon Riviere. Según este autor es en el cruce de las diacronías y sincronías grupales donde el emergente adviene.
La categoría de intermediario
La caracterización de los grupos como mediadores, como espacios intermedios entre individuos y sociedades lleva implícito cierto concepto operativo, a través del cual dados dos conjunto diferentes previamente demarcados habrá que buscar sus relaciones, sus puentes articuladores. La noción articuladora es la de intermediario. Según Rene Kaes, el pensamiento de lo intermediario es una de las categorías más pregnantes de la historia de las ideas. Atraviesa todo el campo de la filosofía occidental: en su apogeo con Platón, vigorosa en teología y metafísica, se impondrá aun a a las corrientes prerracionalista y racionalista y luego volverá con más fuerza en el siglo XIX en las disciplinas cuya tarea consistirá en dar cuenta de la transformación temporal o de un vinculo entre organizaciones heterogéneas.
Plantea tres caracteres generales asociados a lo intermediario:
Lo intermediario como función de lo articular, por el cual lo intermediario funciona en el campo de lo discontinuo, en tanto rehuye de una separación entre elementos que se trata de articular, por medio de una suerte de by pass teórico. Lo intermediario está pensado como un proceso de reducción de antagonismos. Este proceso se refiere a lo discontinuo, basado en los conflictos que se dan en un campo de fuerzas de oposición, se trata de articular, bajo diferentes formas, a los elementos en conflicto.
Lo intermediario ligado a la presentación de un proceso de transformación y pasaje, del pensamiento al movimiento. Su función estructurante y en su responsabilidad respecto del pasaje de una estructura a otra.
Intermediarios tipo 1: operan en un campo homogéneo, en el interior de una misma estructura o de una concatenación
Intermediarios de tipo 2: que articulan dos conjuntos heterogéneos, heterónomos, de niveles lógicos diferentes. Acá ubicamos a la articulación psicosocial puesto que se trata de dos polos psicológico y sociológico, que se han constituido en el curso de su oposición diferenciada.
Sin duda la cuestión del intermediario dista mucho de estar resulta, su vaguedad conceptual suele ir acompañada en algunos ámbitos de valoraciones negativos, ya que se lo asocia con lo neutro, lo impuro.
Tanto las teorizaciones como el lugar de la coordinación suelen oscilar entre dos ficciones: la figura del gran individuo o el espejismo de los grupos como intencionalidad.
En este sentido se vuelve necesario un cambio de paradigma: de un criterio antinómico de individuos vs. sociedades, hacia una operación conceptual que pueda evitar una falsa resolución reduccionista y se permita sostener la tensión singular-colectivo. Singularidad descamada de soportes corporales indivisos. Colectividad que en las resonancias singulares produce anudamientos-desanudamientos propios.
Singularidad y colectividad que sólo sosteniendo su tensión harán posible pensar la dimensión subjetiva en el atravesamiento del deseo y la historia.
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