Foucault, M. - Las palabras y las cosas
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Foucault, M. - Las palabras y las cosas



El prefacio comienza haciendo referencia a un texto de Borges el cual cita una clasificación de animales en base a una enciclopedia. A raíz de esto intenta analizar cual es el orden de las cosas, en base a que lugar común se establecen las distintas categorías de Orden. Afirma que no se puede hacer ninguna taxonomía desde un criterio universal de verdad. 

En la historia de las ciencias, en una cultura y época dada, hay siempre un orden regulador del saber, es decir existe todo un sistema que subyace y regula el saber (un orden mudo). Este orden mudo es el que posibilita la constitución del saber, la producción del conocimiento científico en cada época. 

Lo que tratará de analizar, es de qué manera a partir del siglo XVI se ha manifestado en nuestra cultura, que hay un orden y que tiene leyes. Que modalidades del orden han sido reconocidos, puestos, anudados con el espacio y el tiempo para formar “los conocimientos”. Lo que se intenta sacar a luz es el campo epistemológico, la episteme que condiciona y regula las producciones científicas. Episteme: Son todas las relaciones que han existido en determinada época entre los diversos campos de las ciencias. Todos los fenómenos de relaciones entre las ciencias o entre los diversos “discursos” en los distintos sectores científicos. 

Mas que una historia, lo que trata de realizar Foucault es una Arqueología del saber (aquello que da cuenta de las formas mas profundas de la cultura). La arqueología tratara de investigar esa episteme que condiciona y configura las diversas formas de cocimiento empírico Esta investigación arqueológica muestra dos grandes discontinuidades en la episteme de la cultura occidental: 1- Aquella con la que se inagura la época clásica (S.XVII) enfocado en el análisis entre la teoría de la representación y las del lenguaje. 2- Aquella que a principios del S.XIX señala el umbral de nuestra modernidad, tomando al hombre como objeto de estudio. 

Al hacer esta investigación entre estas dos edades, hace un análisis de las ciencias naturales, la lingüística y la economía, planteando que es posible encontrar en ellas una similitud, a pesar de ser tan diversos. Esto que tiene en común está a nivel inconsciente del discurso científico y lo llamara “Inconsciente Positivo del Saber”. Es decir, tratara de traer a la luz, de poner en relieve, o de forma consciente, aquella similitud que tenían ambas ciencias, y que hasta el momento no se sabía o no se tenía en cuenta, es decir, se mantenía en forma inconsciente. Lo que tenían en común estas tres ciencias, es que utilizaban los mismos modos para producir el conocimiento, es decir, utilizar las mismas reglas para definir objetos propios de su campo de estudio, para formar conceptos y construir teorías. 

Las nociones establecidas por Foucault, son de gran importancia para el estudio de la historia de la psicología. Por medio de la Arqueología, puede dar cuenta de los cambios de episteme que hubo en esta ciencia, en las diferentes épocas y como estas estaban determinadas por el tiempo en que se encontraban y la cultura. 

Las prácticas discursivas de las ciencias, pueden parecer libres, pero se hallan fuertemente condicionadas por las estructuras epistemológicas. A su vez, estos conocimientos darían lugar a las diversas direcciones que fue tomando esta ciencia. La arqueología es el método que le permitirá definir el modo en que las ciencias sociales, se han constituido, entre ellas la psicología. Propone la representación como reordenamiento del saber, la que dará lugar al surgimiento de esta como disciplina científica. Es decir al hacer a la ciencia más flexible, incorporaría la ciencia del hombre como campo del saber científico. 

Orden: es la ley interior de las cosas, la red secreta según la cual se miran en cierta forma unas cosas con otras, que se encuentre impuesto desde el lenguaje. Los cambios en las ciencias sociales, no significan progreso necesariamente, el sistema de orden que lo rige, es el que cambia. 
La aparición de la noción de hombre en la historia de las ciencias, no es casual, también esta determinado por cambios epistémicos. Su antropología se opone, expresa y abiertamente, a la idea de ser humano, fundante e incondicionada, propuesta por la humanidad. 

Poder: No es algo que limita, sino que produce. Se ejerce y se impone, no como una potencia que dice NO, sino a través de la producción del saber y de la verdad por la organización de los discursos. Más que prohibir, el poder gobierna, presenta al individuo alternativas validas para la acción. Induce, encausa, produce cosas. Hay que considerarlo como una red productiva, un dispositivo que pasa a través de todo cuerpo social, en lugar de ser una instancia negativa aquí tiene por función reprimir

Arqueología del saber

En su obra “Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas” publicada en 1966 Foucault va a tratar la historia del orden de las cosas (historia de lo Mismo). El autor  se va a centrar en el ámbito discursivo. Su tema central, como reza el subtítulo, es preguntarse por la emergencia en el saber del objeto hombre y por la configuración de unas ciencias humanas. Tal cuestión significa enfrentarse con la idea de que el hombre, tal como funciona en nuestro saber, sea la más antigua preocupación humana desde los griegos. Además, la historia se convierte en un proceso sin sujeto ni fines en la que el hombre es un efecto de la red de relaciones que lo constituyen.

La investigación abarca del Renacimiento a nuestros días, estudiando tres grandes epistemes (discontinuidades): Renacimiento, época clásica (mediados XVII a fines del XVIII) y el período inaugurado en el XIX.En el Renacimiento, en un mundo mágico y analógico, reina el orden de la semejanza, todo consiste en descifrar y buscar semejanzas entre órdenes diferentes; ciertos signos (signaturas) nos permiten reconocer similitudes.

En el Quijote de la Mancha, de Cervantes, aparece con claridad esa ruptura que termino  por desalojar a la semejanza y permitió tejer la red del lenguaje desde la función de la representación. En la primera parte del libro -aparecida en 1605-  Don Quijote sale al mundo en busca de semejanzas, de identidades. Busca leer, en el mundo, los signos de la escritura.

Los libros de caballerías le sirven de guía. Pero, su fracaso es testimonio de que ya no hay ajuste entre las palabras y las cosas. Al volver, en la segunda parte, ya se toma a sí mismo como objeto. Don Quijote es ya una realidad, a tomado cuerpo en el lenguaje. Surge así, en la literatura del Siglo XVII, el “poder representativo del lenguaje”. Por ello dice Foucault que la novela cumbre de Cervantes es la primera de las obras modernas. Allí, el lenguaje se toma a sí mismo como objeto y su función es ahora “representar” el mundo. El loco (Don Quijote) es aquél que añora el imperio de la semejanza.

El “saber clásico” en palabras de Foucault, adquiere a partir del subimiento de la representación, una función. No es, como habitualmente se entiende, un saber mecanicista, tampoco racionalista. Está ligado, más bien, a la función de mathesis, en tanto “ciencia universal de la medida y del orden”. No se trata de matematizar las relaciones entre las cosas del mundo. Se trata aquí de un ordenamiento de las relaciones entre los seres del mundo. A partir de esto comenzarán a surgir, casi a germinar, una serie de dominios del saber que no existían hasta entonces.

Aparecerán –según expresa Foucault- la gramática general, la historia natural y el análisis de las riquezas. Son, todas ellas, ciencias del orden: una el dominio de los seres, otra en el de las palabras y la última en el de las necesidades.

Estas tres ciencias no funcionan si no a condición de hacer figurar las realidades sensibles en un discurso ordenado, sin aparecer la génesis o modo de producción y evolución.
A finales del siglo XVIII se produce en los anteriores campos del saber una mutación que asigna un cambio de episteme, dando lugar al triedro del saber moderno: filología (lenguaje), biología (vida) y economía política (trabajo).  Se constituye la Historia como objeto de saber, como condición de posibilidad de nuevos dominios empíricos.
Pero es, sin duda, la representación, una condición de posibilidad de su aparición y del advenimiento correlativo de las ciencias sociales. Al introducir un muro –a decir de Lacan- entre el sujeto y el mundo, al disociar palabras y entes, ha establecido una condición fundamental para que las cosas puedan “representarse”.

La historia del saber o la llamada historia de las ideas pretenden recoger lo que se ha dicho en orden sucesivo, situándose a nivel de superficie visible de las cosas. Foucault pretende colocar su discurso en un orden más profundo, aquel que hace posible emerger toda forma de saber. A este método lo llama arqueología (evocando aquí las ideas de excavación y registro), como técnica para descubrir lo que en una época dada es decible, lo que está por debajo de las ciencias, las concepciones no enunciadas explícitamente que constituyen las condiciones del saber. Si entendiéramos por archivo, como quiere Foucault, el juego de reglas que determinan en una cultura la aparición y desaparición de los enunciados y objetos que el saber fabrica, su actividad cabría llamarla de archivista.

El inconciente positivo del saber

 

Foucault, al hacer un análisis de las ciencias naturales, la lingüística y la economía, plantea que es posible encontrar en ellas una similitud a pesar de ser tan diversas (isomorfismo). A eso que tienen en común estas ciencias, que se encuentra a nivel inconciente del discurso científico Foucault llamara Inconsciente positivo del saber. Lo similar en ellas es que utilizaron las mismas reglas para definir objetos propios de sus campos de estudio, para formar conceptos y construir teorías. Es decir, que estas tres ciencias utilizaron los mismos modos para producir conocimiento.
 

Un estudio arqueológico del la historia de las ciencias, dará cuenta de las reglas de formación de estas producciones científicas. Entendiendo por arqueología el introducirse en lo profundo de cada cultura. De esta manera, tratara de investigar cual es la episteme que condiciona y regula las producciones científicas. La  episteme estructura los diversos campos de saber de determinada época y son todas aquellas relaciones que han existido en una época entre los distintos campos de la ciencia, o los diferentes discursos en los sectores sociales de aquella.
La arqueología del saber se ocupa del estudio de las epistemes, captando la sucesión de las mismas en su devenir, lo que no implica ni progreso ni sentido alguno.
Podemos asociar el el concepto de “inconsciente positivo del saber “con la forma de ejercer el poder implícita en cada época. Foucault va a decir que el poder se ejerce y se impone no por el ejercicio de la fuerza sino por la producción del saber, de la verdad y por la organización de los discursos.
 

Lo que hace que el poder se sostenga, que sea aceptado, es esencialmente que no pesa sólo como potencia que dice “no”, sino que cala de hecho, produce cosas, induce placer, forma saber, y produce discursos. Hay que considerarlo como una red productiva que pasa a través  de todo cuerpo social en lugar de ser una instancia negativa que tiene por función reprimir.

Importancia de Foucault en la historia de la psicología

En el texto “La psicología de 1850 a 1950”, Foucault hace un análisis sobre la Historia de la Psicología, desde sus inicios hasta nuestros días. 
El texto comienza haciendo referencia a que la psicología del siglo XIX heredo la preocupación por alinearse con las ciencias de la naturaleza y por reencontrar en el hombre la prolongación de las leyes que rigen los fenómenos naturales.

Así es como el destino de esta psicología, que quiso ser un conocimiento positivo, vino a descansar sobre dos postulados filosóficos: que la verdad del hombre se agotaba en su ser natural y que el camino de todo conocimiento científico debía pasar por la determinación de vínculos cuantitativos, la construcción de hipótesis y la verificación experimental.
Siguiendo al autor, toda la historia de la psicológica, hasta mediados del siglo XX, es la historia paradojal de las contradicciones entre ese proyecto y estos postulados; por perseguir el ideal del rigor y la exactitud de las ciencias de la naturaleza fue llevada a renunciar a sus postulados.  La idea de un precisión objetiva y casi matemática en el dominio de las ciencias humanas no es aceptable si el hombre mismo no es más del orden de lo natural. De modo que la psicología se obligó a sí misma, en el curso de su historia, a una renovación total y al descubrir un nuevo status del hombre, se impuso a sí misma como ciencia un estilo nuevo.
Para el autor, La renovación radical de la psicología como ciencia del hombre, no es, por lo tanto, solo un hecho histórico cuyo desarrollo pueda situarse en los últimos cien años; es una tarea incompleta que queda por cumplir y en ese sentido, permanece a la orden del día.

Foucault hace referencia a que la psicología, en su afán de desprenderse de la filosofía va a convertirse en una psicología que va a tomar el método de las ciencias naturales. Pero dirá que la psicología del siglo XX tendrá que separarse  necesariamente de este método intentando ver ,en la conducta humana, el actuar del hombre como un objetivo. Se refiere a que el hombre no es solamente naturaleza. Es ese nuevo status  el que tendrá que sostener, al referirse a los objetivos que se manifiestan cuando el hombre actúa, habla, atribuyéndole un significado, un sentido. Lo significativo es una equivalencia, por esta razón la psicología va a buscar respuestas a estas significaciones regidas en la conducta y comportamientos del hombre y va a buscar una idea de ser humano, no solamente visto desde el aspecto de la psicología.

Foucault expresa que todas las escuelas van a decir algo sobre las acciones humanas. Estas  van a tener un significado según cada escuela y desde allí se ira  poniendo en duda o cuestionando, el método de las ciencias naturales como referencia para las actividades de la psicología del siglo XX ¿marcadas por una reflexión lingüística?
Se puede decir que la psicología contemporánea es en su origen, un análisis de lo anormal, de lo patológico, de lo conflictivo, una reflexión sobre las contradicciones del hombre consigo mismo. Y si se transformó en un psicología de lo normal, de lo adaptativo, de lo ordenado, es de una manera secundaria, como un esfuerzo por dominar esas contradicciones.
El problema de la psicología contemporánea –que es para ella un problema de vida o muerte – es el de saber en qué  medida es capaz efectivamente de dominar las contradicciones que la hicieron nacer, a partir de ese abandono de la objetividad naturalista que parece ser su otro rasgo destacado. Esta es la pregunta que la historia de la psicología debe responder por sí misma. 

 




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