Miedo a perder
Psicología ES

Miedo a perder



Una de las situaciones más comunes que me encuentro en mi consulta del Centro de Tecnificación es este concepto, el miedo a perder. Anticipar la posibilidad de no conseguir el éxito. Es un problema recurrente que condiciona muy negativamente la ejecución deportiva. Veamos detenidamente la génesis de este proceso.
Para empezar, y como he comentado repetidamente en otros artículos, la buena ejecución deportiva se basa en centrar la atención en el proceso:


En este diagrama se muestran ciertos elementos que confluyen en una ejecución deportiva:
X: Situación inicial del deportista
P: Proceso de ejecución
R: Resultado de la ejecución
+: Consecuencias positivas del resultado
– : Consecuencias negativas del resultado
Dada una situación inicial del deportista (X), debe ejecutar un proceso (P), mediante el cual obtendrá un resultado (R) y que éste puede proporcionar unas consecuencias positivas o negativas (+ si el resultado es satisfactorio y – si el resultado no es satisfactorio).
El problema sobreviene cuando el deportista anticipa las consecuencias antes de ejecutar el proceso:



Es tan inadecuado anticipar las consecuencias negativas como las positivas, puesto que en ambos casos la anticipación carga un programa emocional que contaminará la percepción y decisiones del deportista. Por ejemplo, al anticipar la posibilidad de un resultado no satisfactorio y unas consecuencias negativas (voy a perder → miedo) se carga una programa de emoción negativa; por el contrario, anticipar la posibilidad de un buen resultado y unas consecuencias positivas (voy a ganar → euforia) se carga un programa de emoción positiva.
¿Qué pasa cuando cargamos un programa emocional? Pues que se contamina el proceso de cálculo aportándonos datos erróneos.
Se realizó un experimento para comprobar cómo influían las emociones en la percepción del espacio; se distribuyeron grupos de sujetos seleccionados según su estado emocional, negativos, neutros y positivos. Se les proyectó un segmento de referencia y tenían que dibujar uno de las mismas dimensiones (en una pantalla de ordenador). Los resultados mostraron que los sujetos con emocionalidad negativa realizaban un segmento significativamente mas corto que el de referencia y los sujetos con emocionalidad positiva lo realizaban más largo. Por lo tanto, concluyeron que la emocionalidad afecta a la percepción de la dimensión del espacio (los de emocionalidad neutra se acercaron a las dimensiones reales del segmento de referencia).
Así pues, la carga emocional distorsiona la percepción del espacio (distancias y dimensiones). Si nos atenemos a la función básica de V=E/T (velocidad es igual a espacio partido por tiempo), podemos concluir que si la emocionalidad distorsiona la percepción del espacio, también afecta a la velocidad y al tiempo.
Veamos un ejemplo que todos hemos experimentado alguna vez: en un tiempo de espera largo (un aeropuerto, una consulta, una cita, …) es muy diferente la percepción que tenemos si estamos divirtiéndonos (emoción positiva) que el tiempo pasa rápido, o si estamos aburridos (emoción negativa) que el tiempo no pasa.
Las consecuencias que esto tiene para la ejecución deportiva es determinante.
¿Qué le puede ocurrir, por ejemplo, a un tenista que anticipa la posibilidad de perder o ganar antes del final del partido? Pues que si anticipa la posibilidad de perder cargará un programa negativo y llegará tarde a la posición de pegada, sus fallos principales serán bolas a la red y sus golpes quedarán cortos. En caso contrario, en que anticipe la posibilidad de ganar, la euforia hará que se precipite en coger posición y sus golpes tendrán tendencia a salir de fondo.
Un luchador errará en sus cálculos de posición del contrario. Un nadador no logrará autorregular su nivel de esfuerzo. Un jugador de baloncesto se quedará corto en sus lanzamientos (E-) o estrellará la bola en el tablero (E+).
Así pues, la anticipación de las consecuencias antes de la ejecución contamina el proceso con una carga emocional.
¿Podemos hacer algo para evitar dicha contaminación?
Evidentemente centrarnos en el proceso de ejecución. La mejor forma es con un autodiálogo que nos proporcione retro-alimentación de nuestra ejecución, sin ir más allá del cálculo de la ejecución en presente. Ejemplos: “actívate más”, “aumenta frecuencia”, “mantente”, “mueve al rival”, “visualiza el viraje”, etc.
El autodiálogo (y análisis activo de la situación) ocupa el espacio de procesamiento mental, evitando incursiones de programas emocionales, de forma que el cálculo de ejecución está mínimamente contaminado.
Por lo tanto, aprendamos a hablar con nosotros mismos de manera que el contenido de este autodiálogo nos proporcione información de cómo va la ejecución y si debemos realizar ajustes, confiando en que los cálculos no están contaminados por la distorsión emocional.




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